"¿Acaso estabas pensando en la posibilidad de susurrar en voz baja a la oreja del mundo sordo que te rodea? No, amigo mío, debes gritar. Grita desde tu corazón lo que has visto y hazlo lo más fuerte que puedas." K. Wilber

jueves, 10 de marzo de 2011

Atención


Podemos decir que meditación es atención. ¿Atención a qué? A lo que se presente ante nosotros ahora, a este artículo que estás leyendo, a la forma que toma el momento presente. ¿Y qué tipo de atención es? Es una atención conciente de sí misma y no condicionada. Siempre estamos concientes de algo externo a la conciencia. Y ese objeto pasa a ocupar todo el campo de nuestra atención. Somos concientes de lo que decimos, hacemos, experimentamos, pero no de lo que somos. Nuestro ser se ha identificado y confundido con el hacer, el tener, el sufrir y el gozar. Además, nuestra atención normalmente está condicionada. Hay un experimento muy interesante que demuestra esto: unos científicos pusieron unos gatitos recién nacidos en un ambiente donde sólo había elementos horizontales, y se criaron allí hasta su maduración. Luego los sacaron y los pusieron en lugares donde había elementos verticales y los gatitos se golpeaban contra ellos porque no los detectaban. Su percepción estaba condicionada, no tenían recursos para captar esa dimensión. También nosotros estamos limitados por nuestros condicionamientos de desarrollo, culturales, etc.
Pero detrás de esa conciencia condicionada está la conciencia no condicionada, es más, es el sustrato mismo sin el cual no podrías estar leyendo estas palabras. Como el reflejo del sol no podría verse en la superficie del agua sin el sol que lo proyecta, nuestra conciencia egoica no podría ser sin la conciencia absoluta como fuente. Y eso es lo que somos, esa es nuestra esencia más profunda.
Por eso la meditación consiste en retirar la conciencia de los objetos y llevarla a su propio centro, a su raíz. Cuando algo me da placer, en vez de creer que el placer está en ese algo, simplemente veo que eso me mostró el placer que era capaz de experimentar, y lo puedo sentir, con independencia del objeto que lo suscitó.
Esta práctica de atención va deshaciendo uno a uno nuestros condicionamientos.