"¿Acaso estabas pensando en la posibilidad de susurrar en voz baja a la oreja del mundo sordo que te rodea? No, amigo mío, debes gritar. Grita desde tu corazón lo que has visto y hazlo lo más fuerte que puedas." K. Wilber

martes, 31 de mayo de 2011

La lente

Tomo mi filmadora para grabar alguna imagen. Primero filmo la frondosidad de un bosque, y noto que lo que filmé está todo borroneado. Claro, pienso, se deberá a la oscuridad del follaje tan tupido. Entonces filmo la orilla del mar, y veo que la imagen tampoco sale nítida. ¿Será demasiada luz ahora? Filmo las nubes que se destacan en el cielo azul, una calle con vehículos en movimiento, una persona leyendo en un banco… no hay caso, ninguna imagen sale buena. Entonces se me ocurre mirar la lente… ¡y veo que está engrasada, sucia! El problema estaba en la filmadora, no en lo que filmaba, ¡qué tonta, cómo no me di cuenta!
La lente es nuestra propia mente. A través de ella vemos todas las experiencias, externas e internas. Creemos que no nos gusta el resultado final por alguna falla o deficiencia de la experiencia: me engañó, la comida no estaba tan rica como la otra vez, terminó demasiado pronto, qué mal se portan, es una mala persona, qué aburrido es esto…mientras que si la mente se hace transparente al dejar de rotular todo y de juzgarlo, las cosas empiezan a manifestarse con su propia belleza inherente.
Por ejemplo, la mayoría de la gente dice: “¡Qué mal tiempo!”, cuando en realidad sólo llueve. Y si alguien alguna vez se dejó mojar por la lluvia sin ofrecer resistencia, sabrá la belleza inherente de la que hablo… me quedo con la imagen de un retiro espiritual que hice un verano... lloviendo a cántaros y todos bajo la lluvia cantando, con los pies dentro de un estanque...