"¿Acaso estabas pensando en la posibilidad de susurrar en voz baja a la oreja del mundo sordo que te rodea? No, amigo mío, debes gritar. Grita desde tu corazón lo que has visto y hazlo lo más fuerte que puedas." K. Wilber

miércoles, 22 de junio de 2011

Mi lección

Hoy, con tanta información disponible sobre los caminos espirituales, las enseñanzas, las técnicas, los maestros actuales y pasados, las escuelas de pensamiento y las prácticas que recomiendan, es habitual sentir confusión respecto de qué tomar de todo ello para nuestro propio crecimiento.
Es como si tuviéramos acceso a los conocimientos que van desde jardín de infantes a la universidad todos juntos, de manera instantánea. Antes de la tecnología que permite todo esto, para llegar al conocimiento universitario debíamos pasar necesariamente por los pasos previos, pero hoy ya ni eso es necesario.
Como resultado, perdemos nuestro tiempo y nos frustramos cuando no podemos entender o experimentar ciertas enseñanzas, de igual manera que un niño se frustraría si tuviera que entender un complejo concepto de física cuántica.
Creo que una buena pauta para manejarnos en esta situación es simplemente preguntarnos qué creo que es bueno para mí en este momento y hacerlo. Seguramente hay una cantidad de cosas enriquecedoras y profundas, pero que no necesariamente me sirven ahora. El bebé sin dientes come papilla. No hay dudas de que cuando tenga todos los dientes va a poder degustar otras comidas que necesitará masticar. Por eso es preciso preguntarnos si esa enseñanza o práctica nos sirve ahora, para nuestra situación actual de evolución. Y también es preciso practicarla para probar que nos sirve y que se corresponde con nuestras capacidades actuales.
Si nos guiamos por estos dos principios de correspondencia con nuestra situación presente y de aplicarlo en nuestra vida, lograremos avanzar con confianza y crecer genuinamente.