Más allá de los beneficios que recogemos con la práctica formal de la meditación, el gran cambio en nuestra vida se logra cuando logramos estar presentes en pequeños espacios a lo largo del día, mientras desplegamos nuestras distintas actividades. Una inhalación y exhalación conciente antes de prender el auto o de contestar un mail, al ducharnos o cuando escuchamos a alguien que nos habla. Esta práctica cotidiana a lo largo del tiempo, generará un cambio profundo, que nos permitirá salir del HACER, compulsivo y automático, y entrar ocasionalmente en el SER, conciente y deliberado. Por eso la meditación tiene más que ver con un CÓMO que con un QUÉ. Estar disponibles con nuestra atención para lo que vamos experimentando momento a momento. Así no nos perderemos nada. Si no aprendemos a reconocer, honrar y vivir plenamente este momento, tampoco lo podremos hacer con nuestra vida, que no es más ni menos que una sucesión de momentos.
lunes, 15 de septiembre de 2014
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