"¿Acaso estabas pensando en la posibilidad de susurrar en voz baja a la oreja del mundo sordo que te rodea? No, amigo mío, debes gritar. Grita desde tu corazón lo que has visto y hazlo lo más fuerte que puedas." K. Wilber

martes, 17 de agosto de 2010

Constancia

Cuando comenzamos a conectarnos con una enseñanza espiritual es usual que sintamos un gran entusiasmo e iniciativa y que nos preguntemos “¿Cómo es que no hice esto antes?” Luego de un tiempo nos encontramos con que no es tan fácil como creímos sostener la práctica a lo largo del tiempo, ya que aparecen obstáculos internos como la inconstancia, la pereza, la duda. Nada distinto de lo que enfrentamos cuando queremos iniciar una rutina en un gimnasio, o dominar la técnica de un instrumento musical. Sabemos que la práctica sostenida e ininterrumpida es la que conduce al desarrollo, no los meros intentos erráticos y casuales, sino la constancia que surge de un compromiso interno para con el camino. Para superar esta instancia, es bueno recordarse una y otra vez el sentido de abordar una práctica espiritual, cualquiera sea. Siempre con paciencia y sin castigarse ni culparse a uno mismo por los intentos fallidos. Es todo una cuestión de maduración. ¿Quién no se empachó alguna vez con una comida que le gustaba mucho y que comió en exceso? Después de una experiencia semejante, nadie nos tiene que convencer de no comerla, ¡si apenas toleramos verla! De igual modo, llegamos al centramiento luego de cansarnos de tantas distracciones, llegamos a la integración de nuestro ser cuando no toleramos más la fragmentación caótica de nuestra atención. Así como cuando a la noche llegamos de modo natural al descanso, después de un día de intensas actividades.
Ramakrishna decía que cuando caminamos hacia el norte el sur queda naturalmente atrás. Sabiendo esto, procuremos avanzar hacia nuestro Ser esencial y lo superficial, lo intrascendente y lo ilusorio se desprenderán como un fruto maduro de la rama.

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